Y en política, la vida privada siempre sale a relucir en tiempo de elecciones. Nadie o quizá muy pocos escapan. Incluso aquellos que han tenido una trayectoria profesional impecable o por lo menos sin escándalos, a estos se les busca alguna sombra que empañe su imagen y sin rubor alguno los contrarios lanzan rumores que difaman y debilitan al candidato opositor. Los medios siempre han sido una excelente herramienta para estos fines y hoy es todavía más difícil evadirlos, sobre todo a las redes sociales que resultan implacables por su alcance e inmediatez.
La excepción no ha sido Emmanuel Macron, el actual presidente de la Quinta República Francesa quien ha tomado posesión el pasado 14 de mayo. Con una carrera ascendente y muy exitosa en el sector financiero y con apenas un año de experiencia en política, su carisma e inteligencia, su juventud, su actitud positiva y sus propuestas totalmente diferentes a las de los otros candidatos, le han hecho ser un parteaguas en un país cansado de lo que algunos analistas han llamado el oscurantismo francés del S XXI, marcado por los atentados terroristas, la falta de empleo y sobre todo, por la corrupción de sus políticos, que por supuesto no es privativa de este país.
La imagen que han manejado para posicionar a Macron ha sido la óptima y es que han capitalizado a su favor el momento histórico de Francia. Se puede llamar suerte, pero su liderazgo y la inteligencia de sus asesores para la estructuración y puesta en marcha del plan han sido indiscutibles para su triunfo. Teniendo en contra antecedentes como chismes y rumores, aunque unos ciertos pero manipulados y otros no tan ciertos pero aprovechados por sus contrincantes para descalificarlo, la oportunidad para salir a desmentirlos con la frente en alto y la seguridad que es propia de su personalidad, le han dado como resultado una credibilidad insuperable y un triunfo infalible. La seguridad que le caracteriza, le hace ser percibido como una persona que se planta ante sus simpatizantes y con su expresión corporal congruente y su gesto franco y transparente, remite a sus seguidores a esa frase que denota perfectamente su actitud : “El que nada debe, nada teme”.
Como sucede en tiempo de elecciones, en Francia estuvieron llenas de noticias sobre los candidatos que se hicieron cotidianas. Macron en su gestión como ministro de finanzas favoreció a empresas emergentes en un evento en Las Vegas. Jean-Marie Le Pen y Francois Fillon, fueron acusados por la creación de puestos ficticios otorgados a familiares. Pero la acusación del favoritismo que Macron hizo a las empresas no fue efectiva, porque salió inmediatamente a los medios para dar una explicación contundente y con un mensaje claro y centrando en su apego y cumplimiento a las normas para el concurso de empresas participantes en proyectos de gobierno, minimizó el daño.
Sin embargo, la vida privada de Macron, fue tratada de dañar con una acusación más grave, una supuesta relación extramarital a causa de una relación homosexual con el director general de Radio Francia, Matthieu Gallet. Pero afianzó la confianza de sus seguidores con una aclaración oportuna del hecho, cuando con un toque de humor dijo que se le había escapado un holograma y que no era él puesto que vive con su esposa de día y de noche.
Pese a todo, la mayoría de los votantes (66.1%) le dieron el indiscutible triunfo y hoy Macron es presidente. Con una posición de centro respaldada en su movimiento “En Marche”, como dicen algunos analistas, “es el hombre de la fusión de los contrarios”, el que une a la izquierda y a la derecha. El que apoya lo liberal pero también el proteccionismo. Un hombre que quiere a su país y a Europa y que está dispuesto a hacer lo necesario por terminar con el terrorismo, que como otros países ha asolado al país Galo. Es el hombre del cambio para Francia. Y aún es demasiado temprano para hacer predicciones certeras, pero si logra mantener la confianza de sus adeptos por medio del cumplimiento de sus propuestas y sus acciones, seguramente pasará a la historia como uno de los mejores presidentes de Francia y por qué no decirlo, del mundo. Sólo tiene que demostrar que su honestidad está en su esencia, además de ser congruente con lo que dice y lo que hace, pues de otra forma la buena reputación que no es otra cosa que una buena imagen sostenida a través del tiempo, se caerá y si vuelve a levantarse ya no será la misma.
La función ya comenzó y los reflectores no perderán el foco de la vida privada de Macron, por lo que el tema que desde su lanzamiento como candidato no ha dejado de sonar y, seguramente estará vigente hasta el término de su gestión, es la diferencia de edad entre su esposa, Brigitte Trogneux y él, puesto que ella es veinticuatro años mayor. Un buen tema con mucho que dar por sus implicaciones. En primer lugar porque se trata del matrimonio de un presidente que ha ganado en circunstancias especiales y que propone un cambio radical y también por el punto de vista psicológico y sociológico y por supuesto, por los prejuicios sociales que hoy siguen imperando incluso en países desarrollados.
Ahora ¿quién está dispuesto a ganar? Porque en términos de política, la vida privada de un hombre público automáticamente se hace pública y por ello cada quien decide correr su propio riesgo. La historia demuestra que no siempre se gana, más bien, siempre se tiene mucho que perder.